Posted on enero 28, 2010 in General by .-3 Comments »

El principio de caridad es un concepto de la retórica que viene a decir que, durante una conversación, hemos de dar por hecho que nuestro interlocutor es racional, honesto, y sabe lo que dice, siempre que no tengamos buenos motivos para creer lo contrario. Pongamos un ejemplo:
Si imaginamos a Adam Smith y otros liberales clásicos tomando el té como caballeros y cantando las loas del capitalismo, el principio de caridad nos induce a pensar que eran racionales al creer que este sistema traería consigo un aumento de la felicidad, porque cada cual sería libre de decidir sus preferencias y trabajar para conseguirlas. Y nos induce a pensar que eran honestos al concebir el sistema de mercado como un juego de libre competencia, con pocas reglas pero claras, en el que honorables caballeros se esforzaban por ofrecer el mejor producto posible y que, aquel que lo lograba, recibía el mayor beneficio por ello, y que esto era justo. No tenemos motivos para pensar que estos amables señores eran en realidad tipos maliciosos y retorcidos cuya única intención, cuando montaron toda una teoría económica y política, era llevar al mundo a la ruina a través de la explotación y el hambre y esas cosas que han ido viniendo después.
El principio de caridad, sin embargo, como casi todo en esta vida, tiene un límite. Hay discursos que no es que caigan accidentalmente en lo deshonesto y lo irracional, sino que hacen de ello su bandera. Los llamaremos discursos publicitarios.
La publicidad es un derroche de ingenio, demuestra que con una buena música, colores bonitos, gente guapa y ataques sensibleros al corazón humano, una idea absurda, contradictoria o enfrentada al sentido común, es decir, una mala idea, puede ser defendida e impuesta con relativa facilidad. Esto no está sometido al principio de caridad, no podemos pensar que el publicista tenía buenas razones para creer realmente lo que estaba escribiendo cuando hizo el guión, y eso es un problema.
Es un problema porque si enviáramos a algún compañero decrecentista (con buen nivel de inglés y excelente habilidad argumentativa) al pasado en una máquina del tiempo para tomarse un té con Adam Smith, muy probablemente podrían tener una conversación saludable, amena y racional, aunque ninguno lograra convencer al otro, porque dispondrían de las mismas armas y respetarían las mismas normas, como caballeros. Pero no hay forma de jugar limpio con un anuncio, porque ni las armas que tenemos, ni las normas que respetamos le son propias a la publicidad, la publicidad sabe poco de normas. Y lo terrible es que parece que vamos a tener que la publicidad se perfila como enemigo de lo que defendemos, baste un botón como muestra:

Y así se ridiculiza lo que creemos sensato y razonable y se ensalza lo contrario, pero sin pruebas, sin argumentos, sin sentido común. A la publicidad todo le vale, pero a nosotros no, ni la manipulación, ni la deshonestidad, ni el engaño nos valen. Así que ésta no parece una lucha justa, porque ni estamos en igualdad de condiciones, ni esto es una libre competencia de ideas.
Aunque, todo sea dicho, tal vez sea el momento de inventar canciones pegadizas y encontrar a gente guapa dispuesta a cantarlas. Tampoco se trata de perder tan pronto…

Posted on enero 25, 2010 in Reciclaje by .-1 Comment »


Por Eduardo Galeano, periodista y escritor Uruguayo
17 diciembre de 2009

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.

Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida! ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡Nos están fastidiando! ¡Yo los descubrí! ¡Lo hacen adrede! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura! ¡Lo juro! ¡Y tengo menos de… años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII).

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De ‘por ahí’ vengo yo. Y no es que haya sido mejor.

Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el ‘guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo’, pasarse al ‘compre y bote que ya se viene el modelo nuevo’.

Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado. ¡Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡Toooodo! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita.

¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo? ¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.

Y guardábamos… ¡Cómo guardábamos! ¡Tooooodo lo guardábamos! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables.

Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.

¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡Los diarios!!Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para pone r en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía ‘éste es un 4 de bastos’.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden ‘matarlos’ apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡ni a Walt Disney!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: ‘Cómase el helado y después tire la copita’, nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.

Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡Ah! ¡No lo voy a hacer! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.

No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo, pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la ‘bruja’ como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la ‘bruja’ me gane de mano y sea yo el entregado

Posted on enero 18, 2010 in Bancos by .-3 Comments »

La última gran frase ha sido del todopoderoso. Obama acaba de denunciar que “si los bancos están en tan buenas condiciones como para pagar bonificaciones enormes, seguramente están en condiciones de devolver el dinero a los ciudadanos”, por lo que ha propuesto una tasa a los bancos. A Zapatero le ha faltado tiempo para apoyar al presidente de EEUU: “es un avance importante para que el sistema financiero funcione de manera más eficaz”.

Sin embargo, este tipo de propuestas no son nada nuevo. Desde que empezó la crisis del sistema financiero, se han sucedido los discursos grandilocuentes. Pero del dicho al hecho, hay mucho trecho.

De hecho, a finales de 2009, Nicolás Sarkozy y Gordon Brown solicitaban en un artículo conjunto en el diario financiero The Wall Street Journal un impuesto global sobre los ‘bonus’ en las entidades financieras. No obstante, con el anuncio de Obama, el ministro de Finanzas de Reino Unido, Alistair Darling, ya ha tranquilizado a sus banqueros. No se aplicará la tasa que propone Obama.

Hay quien dice que estos discursos sirven para allanar el terreno y que el mensaje vaya calando. Que “tiempo al tiempo”, porque “a lo mejor”, “el día de mañana”, “es posible que quizás”… Mientras tanto, los ‘bonus’ de los grandes ejecutivos del sistema financiero siguen saltando a los titulares para mayor enfado del personal. Y los bancos, esas entidades en crisis, sólo en EEUU han superado las expectativas de Wall Street. Por ejemplo, el banco estadounidense Citigroup tuvo un beneficio neto de 5.872 millones de dólares en el primer semestre del año, mientras el Bank of America ganó 7.471 millones de dólares en el mismo periodo.

Un sistema que se deslegitima una y otra vez. Y que los políticos demuestran su incapacidad o su imposibilidad de arreglar. Los platos no los pagan quienes los rompen, sino quienes se quedan con los trocitos que sobran. ¿Qué hace pensar que las grandes frases de Obama sean el principio de nada?

Cambiar mucho, pero de boquilla, para que todo siga igual. Seguimos esperando.

Posted on enero 12, 2010 in General by .-Comentarios desactivados en Ecofeminismo y decrecimiento

Aquí tenéis el audio de la mesa redonda en la que intervinieron Amaia Perez-Orozco y Yayo Herrera y con la que concluimos nuestras jornadas sobre decrecimiento. 

Sus reflexiones sobre el patriarcado, la lógica de sostenimiento de la vida y la relación del ser humano y las sociedades con la naturaleza.
Intentaremos colgar más material sobre las jornadas en las próximas semanas
Amaya Perez-Orozco:

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Yayo Herrera:

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Posted on enero 7, 2010 in Consumo Responsable by .-1 Comment »

El día 6 de enero, según el calendario cristiano día de la Epifanía, también conocido como día de los Reyes Magos, es tradición hacer regalos a familiares y amigos.

Durante esta jornada tiene lugar un salvaje intercambio de mercancías, muchas veces sin sentido, y percibido como una obligación. Esta costumbre nos fuerza a comernos la cabeza pensando en comprar artículos, que muchas veces, ante la ausencia de ideas, son verdaderos “artículos-comodín”: no nos importa si gustan o no, si son necesarios o no, y mucho menos, todo lo que se esconde detrás de su producción. “Lo importante es el detalle” se suele decir, pero sabemos que lo importante es comprar. Entre la aparente orgía de ilusiones y sorpresas que se supone conlleva esta tradición, nos encontramos ante situaciones de elección desesperante, compras asfixiantes, incluso a veces tenemos que fingir que nos gusta lo que nos regalan, que en muchas ocasiones acaba en trasteros y contenedores, junto a toneladas de embalajes y papel que lo envuelven.

Tenemos que aprender a regalar con responsabilidad:

  • Podemos ponernos de acuerdo con las personas de más confianza, para no intercambiar regalos si sabemos que es algo que a ninguna de las partes le apetece hacer. Regalar sólo cuando sepamos que algo le pueda ser útil o hacerle ilusión de verdad a una persona.
  • No siempre tiene por qué haber una compra de por medio: deberíamos perder el miedo a regalar cosas hechas por un@ mism@, a reciclar objetos que no utilizamos (por ejemplo, juguetes o ropa que ya no se utilizan), podemos regalar comida y podemos regalar tiempo, mediante un cheque cuyo valor se mida en horas de una actividad (un masaje, clases de idiomas, o lo que sea).
  • Cuanta más gente queramos “sorprender”, menos presupuesto tendremos por persona, por lo tanto menos probabilidades de recurrir, por ejemplo, a objetos de comercio justo.
  • A veces parece que cuantos más regalos mejor, y evidentemente no es así. Menos presentes y con mejor criterio siempre será la opción más deseable.
  • No siempre tienen por qué ser regalos individuales. Las personas no tienen las 24 horas para dedicarle a un objeto. Es importante sobre todo en el caso de l@s niñ@s, pudiendo así enseñarles desde pronto a compartir.

Estas son sólo algunas ideas, pero sólo hace falta perderle el miedo a “ser cutre”, usar la creatividad y hablar con sinceridad entre nosotr@s. El compromiso social de tener que regalar cosas a los demás parece ser fácilmente solucionable con dinero. Pero las consecuencias ecológicas y sociales de una circulación de bienes que conlleva procesos irresponsables de extracción, producción, distribución y desecho sólo podemos frenarlas con una actitud adecuada.

Posted on enero 6, 2010 in Okupación by .-2 Comments »

El Patio Contraataca:

Doce horas después desde su desalojo de la calle Acuerdo, el Patio Maravillas acaba de inaugurar una nueva sede en la Calle Pez número 21. Acompañados por las 1500 personas que se concentraban pacíficamente en la Plaza del 2 de Mayo. Ahora mismo 600 personas siguen concentrandose en el exterior del edificio y poco a poco van entrando a conocer el inmueble.

El edificio abandonado durante varios años, pertenecía a una inmobiliaria que se encuentra en situación de quiebra, quedando el inmueble en una situación de embargo judicial.

El Patio Maravillas continuará con las negociaciones con el ayuntamiento en busqueda de una solución ‘legal’ para el proyecto manteniendo las actividades que ya venía realizando el Patio Maravillas en su antigua sede.

Posted on enero 5, 2010 in Okupación by .-Comentarios desactivados en Desalojo del Patio Maravillas

CONCENTRACIÓN DE REPULSA AL DESALOJO DEL PATIO MARAVILLAS
MARTES 5 DE ENERO, 20 HORAS, PLAZA DEL DOS DE MAYO.

Durante la mañana del martes 5 de enero una treintena de policias ha irrumpido en el Patio Maravillas para ejecutar la orden de desalojo provisional dictada por el juzgado antes de dictar sentencia. En muestra de repulsa a tal decisión, para la misma tarde del martes 5 de enero está prevista una CONCENTRACIÓN en la Plaza del 2 de Mayo. Os esperamos para mostrar solidaridad con el proyecto del Patio.