“Con la idea de volver al mismo modelo que tenÃamos antes, llevando una vida, hablando técnicamente, de idiotas”… le contesta el sociólogo Manuel Castells, en un momento de la entrevista hecha por Iñaki Gabilondo. Se explica cómo se está apretando a la población en tiempos de la archimencionada ‘crisis’: se nos hace trabajar más para “no tener tiempo ni para vivir, ni siquiera para amar y ser amados”. “¿Sacrificios para qué?” y empieza a hablar de algunas alternativas decrecentistas como incluir en la reforma laboral la reducción del tiempo de trabajo a cambio de menos salario.
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2 Responses to ““Llevar una vida de idiotas””
“Me parece brutal todo lo que dice este hombre. El mayor problema es que si crees lo que dice y te apartas del rebaño del consumismo, muchas veces la sociedad te mira mal y te menosprecia, y al necesitar ser aceptados socialmente nos volvemos a meter en el rebaño”
Hace mil que se puso este post, pero siempre tuve ganas de hacer un comentario que considero bastante necesario. No estoy nada de acuerdo con eso de que el decrecimiento propugne que la gran mayorÃa reduzcamos nuestros salarios. Por supuesto que hay que reducir el consumo efÃmero, inecesario e insolidario, pero el consumo necesario y de calidad sigue requiriendo algo a cambio y uno de los instrumentos para ello es el dinero. Y en esta sociedad, y más aún con los recortes sociales recientes, hay muchÃsima gente que no llega a fÃn de mes mientras otros desayunan en paris y comen en nueva york (de paso con el deterioro ecológico que ello conlleva) u otros, por ejemplo banqueros (y eso con la que han liado) que se llevan pensiones extrafalarias que suman más dinero del que muchos llegaremos a ganar en toda nuestra vida. Vivimos en un mundo muy desigual, y no sólo entre Norte y Sur, sino también en el mismo Norte, donde en paÃses como el Estado Español los salarios reales y por tanto la capacidad adquisitiva de los sectores mayoritarios de la población ha descendido enormemente en los últimos 20 años. Por tanto reducción y reparto del tiempo de trabajo, sÃ, pero necesariamente acompañado de una radical distribucción de la riqueza de tal forma que esos “incrementos de plantilla” se sustenten con los salarios excesivos de los de arriba.