La producción de energía de fusión nuclear, la más puntera y futurista que existe, ha sido calificada como una fuente limpia e ilimitada de energía, como en este documental de redes. Es como si en un futuro lejano todos pudiéramos disponer de energía infinita y gratuita. A continuación procedemos a derribar ese mito, que no es sino una estrategia publicitaria a gran escala que encierra unos propósitos bastante oscuros y peligrosos. Para ello, analizaremos la fusión nuclear de forma ordenada, desde su obtención, sus residuos, su eficiencia, su distribución y utilización… tratando de ser didácticos. Por tanto, aunque parece muy complejo, intentaremos exponerlo de forma clara, paso a paso y con calma, aunque hoy nos extendamos un poco más de lo acostumbrado.
Para empezar, la energía de fusión se obtiene mediante una reacción unidireccional.
Es decir, hay un material de partida y un material final, liberándose energía en el proceso. Se nos ha vendido como algo que “lo pones en marcha y a disfrutar”, una fuente ilimitada de energía, un proceso circular y automantenido. Sin embargo, esto viola el segundo principio de la termodinámica, es decir, es físicamente imposible. La reacción de fusión nuclear es un proceso que comienza y termina. Cuando hablan de energía “ilimitada” se refieren a que el recurso que necesitan es abundante, muy disponible.
Sin embargo, esto no es del todo cierto. ¿De dónde se obtienen el deuterio y el tritio? El deuterio se puede obtener del agua, siendo uno de cada 6500 átomos de hidrógeno del agua un átomo de deuterio. El tritio se obtiene del litio, el cual se obtiene a su vez de minas en Bolivia (50% de las reservas), Chile (30% de las reservas), Argentina, California, Nevada… Cabe destacar que, aunque el litio es relativamente abundante, su uso se ha incrementado y, por lo tanto, su precio ha subido, pudiendo ser en un futuro foco de tensiones y desigualdades. Así mismo, su extracción se realiza mediante la minería, un proceso altamente contaminante, y para transformarlo en tritio hace falta irradiarlo con neutrones. Paradógicamente, la demanda de litio se ha incrementado precisamente por nuestras crecientes necesidades de acumular energía en baterías: móviles, mp3, ordenadores, tablets… cuya circulación obedece a los criterios de obsolescencia programada o percibida, siendo además de difícil reciclaje. Pero ahí no acaba la cosa… para construir el reactor de fusión nuclear se necesitan decenas de miles de toneladas de acero y hormigón, además de elementos raros como el berilio, niobio, titanio y tulsteno (cuyo pico de extracción está próximo) y elementos de cara obtención como el nitrógeno líquido y el helio. Es decir, que desde los orígenes la fusión nuclear se enfrenta a serias limitaciones.
Otro mito sobre la fusión nuclear es que es una energía limpia, ya que no genera residuos. ¡Falso! Si volvéis al esquema quizás os llame la atención una bolita blanca, un neutrón altamente energético. Efectivamente, la reacción entre el tritio y el deuterio libera neutrones muy energéticos. Estos son absorbidos por carbón vegetal, que pasa a ser radioactivo. Además de la reacción del esquema (aquí será mejor que cojáis papel y lápiz, es más fácil), habrá reacciones entre los átomos de deuterio que choquen entre sí, produciéndose en la mitad de los casos una fusión nuclear convencional y en la otra mitad un átomo de tritio y un protón. El tritio es radioactivo (con una vida media de 12,3 años, los residuos pueden tardar unos treinta años en ser seguros) y es radiotóxico por inhalación e ingestión. Otra reacción que ocurriría sería entre el helio (bueno, un isótopo de helio con tres neutrones, un producto de desecho) y el deuterio (material de partida), en la que también se produciría tritio y un protón en la mitad de las reacciones.
Vayamos ahora con la eficiencia de la energía de fusión. La eficiencia se mide por la tasa de retorno energética, que es la relación entre la energía que obtienes de una fuente energética y la energía que necesitas para obtenerla (construcción, mantenimiento y desmantelamiento de la infraestructura necesaria…). Es decir, que cuanto más eficiente es una fuente de energía mayor energía sacamos en relación a la energía que nos ha costado obtenerla, es decir, mayor es la tasa de retorno energética. Como referencia, el rendimiento energético de los primeros yacimientos de petróleo era de 150-100, los de los yacimientos actuales son de 8. Los de la energía eólica son de 18 y los del biodiesel son de 1’2 (algunos incluso por debajo de la unidad, es decir, se gasta más energía de la que se obtiene). La tasa de retorno de la energía de fusión en un futuro se estima en menos de 10 (para iniciar la reacción es necesaria una cantidad elevadísima de energía, dando como resultado una cantidad diez veces superior de energía). Cada cantidad de deuterio y tritio produciría una cierta energía, es decir, una vez comenzada la reacción, ésta tiene sus días contados. No es posible añadir más “combustible” a la reacción (no se puede “echar más leña al fuego”), que se encuentra confinada en potentes campos electromagnéticos. Por lo cual, cuando se agote la reacción, el reactor se tendrá que limpiar y llenar con más “combustible”, requiriéndose una gran cantidad de energía para reactivarlo nuevamente (es como hacer una hoguera y, cuando se apague, hacer otra).
Otro aspecto a analizar es el problema del almacenamiento y transporte de esa energía, que requerirán la utilización de metales para almacenarla y conducirla, los cuales son limitados, y requieren aislantes basados en hidrocarburos, que también tienen sus días contados. Además, la energía necesitará de herramientas para hacerla efectiva: electrodomésticos, maquinaria…. Pues la energía por sí misma no te hace el café ni te aspira la casa. Estas herramientas se basan en materiales que son limitados y cuya extracción sigue suponiendo un impacto considerable en los ecosistemas. El mito de la energía infinita y para todos hace aguas por doquier.
¿Cantidades infinitas de energía? Si fuera posible, podría tener unas repercusiones desastrosas: cantidades ingentes de energía disponible supone mayor capacidad para modificar el entorno. Puede impulsar la industria militar o la minera, la pesquera, la agricultura intensiva, la tala de árboles y todas aquellas industrias que se basan en la extracción de materias primas no renovables (limitadas). Esto aceleraría nuestra llegada al colapso, ya que, aunque la energía pudiera ser infinita, los recursos no lo son, y no se pueden obtener a partir de la energía.
Otro problema es de índole política y se refiere a la producción y distribución de la energía: el peligro de que la producción de energía de fusión nuclear acabe bajo la “protección” de patentes supondría que habría unos países productores de energía a bajo coste (los del Norte) y sería vendida a los países del Sur no necesariamente a bajo coste. Esto supondría otra potente atadura represiva, como el pago de los intereses de la deuda externa. De hecho, para las primeras producciones de energía de fusión nuclear ya están preparándose sistemas de venta, tal y como dijeron en el documental de Redes. La imposición de una patente internacional de libre acceso a la fusión nuclear sería una medida política esperable, pero fácilmente soslayable, ya que el sistema que crea los campos electromagnéticos en los que se produce la reacción está ya bajo patente. El colonialismo energético pues, pasará pronto a su siguiente fase.
El último escoyo es el de la creación de lobbies o grupos de interés. La inversión en la fusión nuclear bajo altas temperaturas ha sido enorme, el número de científicos que reciben subvenciones para investigar en este campo es considerable. Así que, al pensar que se descubrió la fusión fría surgió una gran oposición de muchos científicos que vieron peligrar sus subvenciones. La fusión fría sin embargo, se produce teóricamente a temperatura ambiente y, de ser posible, sería mucho más barata y accesible a todos los países, y los primeros conatos de publicación han sido duramente criticados. Científicos más objetivos consideran que con esta oposición se han perdido al menos 40 ó 50 años en la investigación de la fusión. Una rama prometedora de la fusión fría quizás sea la sonoluminiscencia, pero eso lo dejaremos para quien le interese.
Para terminar, seamos constructivos. Dado que todo lo que sea absorbido por la lógica del mercado se convierte en algo destructivo, imaginemos qué papel podría desempeñar la fusión nuclear en una sociedad decrecentista. Son numerosas las ventajas de la energía de fusión con respecto a la combustión de hidrocarburos. Por lo que en una sociedad donde las necesidades energéticas se autolimiten por debajo de los límites biofísicos del planeta, la misma cantidad de energía producida por fusión nuclear en vez de por combustibles fósiles tendrá una huella ecológica mucho menor. Esto no será pretexto para aumentar el consumo de energía, sino para tener un impacto menor en la Tierra. Se fomentará la investigación de la fusión fría, así como de sistemas de transporte de la energía más eficientes, baratos y menos perjudiciales, como el antiláser. Todo ello encaminado a que todas las sociedades puedan extraer la energía de los átomos de una forma más barata y limpia, gestionándose responsablemente los residuos y/o utilizándolos para otros procesos beneficiosos tanto social como ambientalmente.
Conclusión, ninguna fuente de energía será beneficiosa si sigue la viciosa dinámica de satisfacer una demanda en continuo crecimiento, ya que toda energía tiene su impacto, su huella ecológica. La única solución es limitar la demanda de energía (vivir mejor con menos) y cuanto más limpias sean nuestras fuentes de energía, menos basadas en recursos limitados y más diversificadas, mucho mejor para todos. No hay demanda energética mejor satisfecha que aquella que deja de necesitar de energía.