Austeridad, dicen. Recorte del gasto.
Os voy a contar una historia.
Este era un pequeño granjero cuyas vacas no daban casi leche porque estaban medio muertas de hambre. Al tener tan poca leche para vender, tenÃa también muy poco dinero para comprarles forraje. Su vecino, el contable del pueblo, le repetÃa constantemente que asà no podÃa seguir, que si seguÃa gastando tanto dinero en piensos se arruinarÃa sin remedio. Asà que este hombre, pensando que su vecino “sabÃa mucho de esto de los dineros”, les compraba cada vez menos comida, con lo que sus vacas adelgazaban cada dÃa más y daban aún menos leche.
Del mismo modo, en la situación de crisis que vivimos, el paro sube porque las empresas no venden bastante, porque casi nadie tiene mucho dinero para comprar. En estas condiciones, endurecer las condiciones de trabajo, bajar sueldos y reducir prestaciones sociales se presenta claramente como la receta para conseguir todas las vacas muertas y el granjero en bancarrota absoluta.
Menos mal que nuestro hombre un dÃa de pronto espabiló, se puso a mirar sus cuentas y descubrió que si desde hacÃa ya mucho tiempo tenÃa poco dinero para comprar forrajes, era porque su vecino se habÃa estado guardando en el cajón la mayor parte del dinero ingresado por la venta de leche. Indignado hasta ponerse colorado, se llegó a su casa, le rompió una escoba en la cabeza, fue al cajón a recuperar su dinero, y con éste pudo por fin alimentar bien a sus vaquitas para que dieran buena leche y volver a la prosperidad.
POSTDATA: a este cuento se le pueden poner dos pegas, afortunadamente fáciles de resolver. Para que refleje bien la realidad hay que tener en cuenta un par de cosas.
La primera es que el granjero no sólo tenÃa poco dinero para piensos, sino que se estaba dejando en vino la mitad de lo que ganaba. Con lo que en realidad sà estaba malgastando dinero. Pero la solución no era dejar de gastarlo, sino usarlo en algo productivo, es decir, alimentar a su ganado.
Y la segunda es que en el pueblo habÃa muchos granjeros, la mayorÃa en situación parecida porque el señor contable habÃa estado robándoles a todos. Y resultó que cuando se pusieron todos a buscar comida, en la comarca los prados no daban pienso suficiente para tantas vacas. Pero al mismo tiempo vieron que todas juntas producÃan mucha más leche de la que necesitaba la gente. Con lo cual, reduciendo el número de vacas (bajando más los que tenÃan granjas más grandes) y repartiendo bien la leche, se pudieron apañar bastante bien.
Jajajaja, qué crack!! cómo pasar del esquema clásico de la economÃa al del decrecimiento hablando de vacas flacas??? cómo salir de la época de vacas flacas sin devastar los prados de la comarca? qué buena explicación, como siempre!!
Efectivamente, hay un equilibrio entre el incremento del gasto público más eficiente y la reducción del consumo. Jose ya apuntaba como gasto público la formación de empleados de sectores que debÃan decrecer (como la construcción, el militar, el automovilÃstico…), para que pudieran trabajar en otros sectores emergentes (como la reparación, energÃas renovables o artesanÃa). También podemos hablar de la reducción del gasto público en sueldos vitalicios, coches oficiales, viajes innecesarios, cargos de consejeros que no aconsejan… Incluso podrÃa haber un descenso en la tributación de la contratación de media jornada y un incremento de la tributación de las jornadas largas (es decir, cobrar menos impuestos a las empresas por jornadas laborales cortas y crugir a las empresas con jornadas laborales largas, salvo algunas excepciones justificadas) asà se incentiva el reparto del trabajo, el descenso del paro, y el descenso de la especialización (si ahora sólo curramos en una cosa durante horas y por el resto pagamos, al tener más tiempo libre podrÃamos dedicarlo a obtener los bienes y servicios por los que antes pagábamos de una forma más casera, formativa, lenta y ecológica).
Efectivamente, si volviéramos a redistribuir la presión fiscal (es decir, que todos pagáramos impuestos similares en función de nuestra renta, patrimonio…) a la par que tomáramos estas medidas, volverÃamos a retomar la riqueza que nos corresponde. Que se vayan las multinacionales si quieren, que crean 400 puestos de trabajo y destruyen 1000, no las necesitamos, siempre y cuando redescubramos que somos ricos.
El camino no sólo es posible y recomendable, sino que es necesario. En él sólo se nos oponen intereses económicos de lobbies que han acumulado mucho poder y dinero y que gobiernan sobre nuestros polÃticos. No sé si habrá que romperles una escoba en la cabeza o empezar a organizarse en sociedades en las que no haya acumulación patológica de riqueza. Cuando los de abajo tiemblan, los de arriba se caen…
Jeje, es cierto, es asà todo. La única parte cuestionable del cuento es lo del palo de escoba en la cabeza. Aunque es lo que más apetece hacer en una situación asÃ, se está demostrando en la actualidad que una actitud pacÃfica y al mismo tiempo firme es más eficaz que caer en la violencia, la cual lleva siempre a una espiral destructiva.