Lo que no nos dan los medios de comunicación de masas con tanta información inconexa y sesgada, a veces se encuentra en los lugares más bonitos, como en los textos de un amigo. Os obsequiamos con el texto de Iván Romero sobre la situación actual. ¡Gracias por el texto! Se lee fácil y de un tirón… ni os daréis cuenta del paso del tiempo…
“En el mejor de los casos, las propuestas de salida a la crisis están basadas en el fomento del consumo para lograr el crecimiento económico. Sin embargo, el problema es evidente: no es posible el consumo ilimitado en un planeta con recursos limitados. Llevamos años presionando al planeta hasta el límite de su capacidad, tanto en recursos naturales como en sumideros. Cada año se consume más de lo que es capaz de regenerarse en ese mismo tiempo, y muchos minerales básicos como el cobre, el litio, el plomo, el oro, el mercurio, la plata, el estaño, el cinc, etc., ya han agotado sus reservas en más de un 50% (y su demanda es exponencial). Para colmo, la mayoría de estos recursos son consumidos por los países del llamado Norte Global, que controla 3/4 de los recursos del planeta. Se calcula que si todo el mundo consumiese recursos a esa escala, harían falta 4 planetas para abastecernos. Evidentemente, sólo tenemos uno.
La pérdida de biodiversidad está alcanzando ritmos alarmantes: entre 1970 y 2005 cayó un 30%, y el ritmo acelera. Esto no es algo anecdótico, pues la biodiversidad es la que ha mantenido el equilibrio que permite la vida en la Tierra tal como la conocemos. Sin embargo, la expansión del mundo urbano y el aumento de la población humana, así como la selección de determinadas especies que son implantadas a lo largo y ancho del planeta (especialmente en lo referido al monocultivo y la ganadería industrial) están homogeneizando la vida del planeta, destruyendo un frágil equilibrio que se formó por la evolución de la vida durante millones de años. El ritmo de desaparición de especies es tal que numerosos/as expertos/as consideran que es equivalente al de las anteriores extinciones terrestres, hablando ya de una Sexta Gran Extinción. La diferencia, en este caso, es que la causa es la acción humana.
Estas problemáticas afectan también especialmente al mundo de la alimentación. Según la FAO, más de 900 millones de personas pasan hambre en el mundo, pero la producción mundial de alimentos es muy superior a la necesaria. El sistema agro-industrial, surgido tras la Revolución Verde, ha dado prioridad a los monocultivos dependientes de la industria petroquímica, y ha minado en las últimas décadas las variedades locales de cada zona. Las variedades locales y la diversidad de semillas garantizan la resistencia frente a catástrofes o cambios inesperados, y permiten al agricultor/a guardar sus propias semillas. El modelo actual, sin embargo, vuelve a los/as productores/as dependientes de las empresas de semillas y de la industria petroquímica, es decir: una agricultura sumamente dependiente de los combustibles fósiles.
La agricultura no es lo único que depende del petróleo y otros combustibles de este tipo (carbón, gas natural). Desde la Revolución Industrial, absolutamente todo es fuerte dependiente de estos combustibles. El desarrollo de la industria, el transporte, las comunicaciones y la tecnología habría sido imposible sin la energía relativamente barata y fácilmente manejable proporcionada por los fósiles, especialmente el petróleo. Actualmente, una ciudad es incapaz de abastecerse si se le corta o reduce drásticamente el suministro de combustibles, como se hizo evidente en la crisis de los años 90 en Cuba, conocida como “Período Especial”. Sin embargo, el petróleo no es un recurso renovable.
La situación conocida como “pico del petróleo” señala el punto en que la extracción de un pozo llega a su nivel máximo. A partir de ahí, se pierde presión y la tasa de retorno energético disminuye (es decir: obtenemos menos energía por cada barril de petróleo invertido en la extracción), de modo que el crudo de ese pozo va aumentando de precio hasta que deja de ser rentable extraerlo y el pozo se cierra. Durante décadas se ha advertido de la amenaza de alcanzar un pico de extracción a nivel global, amenaza hecha realidad cuando la Asociación Internacional de la Energía reconoce que en 2008 se ha alcanzado el pico del petróleo convencional. Esto supone, a partir de los últimos años, un aumento de los precios del combustible (y, por lo tanto, de todo lo demás) de forma continuada y que, más allá de breves oscilaciones de mercado, nunca volverá a bajar a los niveles anteriores al pico. No existen, además, alternativas factibles, pues ninguna energía renovable tiene la rentabilidad del petróleo y es muy difícil hacer una transición de todo un sistema energético a otro teniendo en cuenta la escasa voluntad política y la falta de tiempo.
En las próximas décadas la crisis ecológica y energética impedirá que la economía vuelva a un período de crecimiento y provocará un aumento generalizado de las tensiones políticas y militares en torno a los recursos cada vez más escasos, tensiones que ya empezaron a principios del siglo XXI. Es más que probable que nuestra generación asista a la quiebra de la sociedad industrial globalizada tal y como la hemos conocido hasta ahora.”