Durante toda la semana se viene desarrollando en Barcelona la última Conferencia Internacional de la ONU previa a la Cumbre de Cambio Climático de Copenhague, una cumbre en la que se espera alcanzar un acuerdo sucesor del Protocolo de Kioto, que establezca los mecanismos de cooperación internacional e incluya a todos los países en la lucha contra el cambio climático. Las conversaciones se iniciaron para buscar acuerdos para:
* Establecer límites a las emisiones de CO2 y reducciones a 2020, para los distintos países.
* Establecer objetivos parciales y una ruta clara para conseguir las reducciones.
* Asignar medios (dinero y tecnología) a los países en desarrollo.
* Compensar a los países que no causaron el cambio climático pero que lo sufren.
* Determinar cómo se reparten las emisiones en el futuro.
Los acuerdos que se establezcan limitarán el crecimiento de distintas economías, pero muchas de ellas tienen en sus agendas la erradicación de la pobreza mediante el desarrollo económico, modelos actualmente entendidos de crecimiento, y de emisiones, por lo que la conferencia presenta claras contradicciones.
Tras las primeras jornadas, ya han saltado las primeras discrepancias: China exigía ya el lunes una reducción del 40% a todos los países ricos y, junto a India, que estos países destinen hasta un 1% de su PIB a ayudar en esta lucha al resto de naciones. La falta de compromiso ha dado como resultado que África haya boicoteado la conferencia en señal de protesta por la falta de compromiso de los países ricos, acusándoles de no tomarse en serio estas conversaciones.
Las movilizaciones populares contra la conferencia, El clima no está en venta, se iniciaron con una manifestación por las calles de Barcelona el sábado y diversos actos durante esta semana, como concentraciones en las puertas del recinto ferial en el que se reunen las naciones participantes en la conferencia.