La última gran frase ha sido del todopoderoso. Obama acaba de denunciar que “si los bancos están en tan buenas condiciones como para pagar bonificaciones enormes, seguramente están en condiciones de devolver el dinero a los ciudadanos”, por lo que ha propuesto una tasa a los bancos. A Zapatero le ha faltado tiempo para apoyar al presidente de EEUU: “es un avance importante para que el sistema financiero funcione de manera más eficaz”.
Sin embargo, este tipo de propuestas no son nada nuevo. Desde que empezó la crisis del sistema financiero, se han sucedido los discursos grandilocuentes. Pero del dicho al hecho, hay mucho trecho.
De hecho, a finales de 2009, Nicolás Sarkozy y Gordon Brown solicitaban en un artículo conjunto en el diario financiero The Wall Street Journal un impuesto global sobre los ‘bonus’ en las entidades financieras. No obstante, con el anuncio de Obama, el ministro de Finanzas de Reino Unido, Alistair Darling, ya ha tranquilizado a sus banqueros. No se aplicará la tasa que propone Obama.
Hay quien dice que estos discursos sirven para allanar el terreno y que el mensaje vaya calando. Que “tiempo al tiempo”, porque “a lo mejor”, “el día de mañana”, “es posible que quizás”… Mientras tanto, los ‘bonus’ de los grandes ejecutivos del sistema financiero siguen saltando a los titulares para mayor enfado del personal. Y los bancos, esas entidades en crisis, sólo en EEUU han superado las expectativas de Wall Street. Por ejemplo, el banco estadounidense Citigroup tuvo un beneficio neto de 5.872 millones de dólares en el primer semestre del año, mientras el Bank of America ganó 7.471 millones de dólares en el mismo periodo.
Un sistema que se deslegitima una y otra vez. Y que los políticos demuestran su incapacidad o su imposibilidad de arreglar. Los platos no los pagan quienes los rompen, sino quienes se quedan con los trocitos que sobran. ¿Qué hace pensar que las grandes frases de Obama sean el principio de nada?
Cambiar mucho, pero de boquilla, para que todo siga igual. Seguimos esperando.
En fin, si la gente todavía piensa que los políticos tienen los mismos intereses que el resto de la ciudadanía, puede creerse todo este tipo de mentiras. Y es que hasta que no se den cuenta que los únicos intereses que les interesan son los de las grandes fortunas, para poder acceder o afianzarse entre la élite dirigente. Mientras ese sea su cometido y único objetivo, jamás traicionarán a sus amiguitos del mundo financiero…
Menos mal, que siempre nos quedarán la banca ética y las cooperativas de crédito. O no tener dinero, que siempre es todavía más fácil.
Lo mejor es que a los liberales les encanta hablar de la meritocracia y de las recompensas a quienes obienen mejores resultados. A ver si se aplican el cuento con sus super estrellas de presidentes de S.A.