Como apuntamos hace poco, el capitalismo es una Guerra Económica, un sistema económico basado en la competencia. Pero ¿por qué en la competencia y no en la cooperación? La respuesta reside en la concepción de la naturaleza humana: “el ser humano es egoísta por naturaleza, busca su propio beneficio”, por lo tanto, un sistema económico basado en la naturaleza del ser humano está plenamente legitimado. Quizás el mayor exponente de esta filosofía fuese Thomas Hobbes (ya sabéis, “Homo homini lupus, el ser humano es un lobo para el ser humano”). De la filosofía pasó a la ciencia, y Freud desde la psicología (“la agresividad es algo instintivo”) y Robert Ardrey y Konrad Lorenz desde la etología (el estudio del comportamiento) de depredadores (“el ser humano es un depredador y lucha por su territorio”) proclamaron la guerra, la confrontación, la competencia, la lucha… como algo innato. Curiosamente se suele citar a Charles Darwin para referirse a la lucha por la supervivencia o la supervivencia del más fuerte, pero suelen olvidarse del “instinto de la simpatía” que el mismo Charles Darwin otorgaba a la especie humana. También, por cierto, suelen olvidarse de la limitación de recursos planteada por Malthus, que fue base para la teoría de la evolución por selección natural de Darwin.
Total, que todo este lío que se nos viene hoy encima lo tenemos en base a creer que todo es competencia. De hecho, como citan en este artículo de una página nada sospechosa de ser crítica con el capitalismo: “El capitalismo no puede sobrevivir en una cultura dominada por el misticismo y por el altruismo, por la dicotomía alma-cuerpo y por el principio tribal.” Es decir, que necesariamente el capitalismo ha de fomentar el individualismo, el egoísmo y la disgregación social. Escalofriante… pero cierto. Si lo dicen en los artículos especializados, ¿por qué no lo dirán en las escuelas de economía o en las noticias o en las conferencias de prensa de los ministros de economía?
Así que primero los filósofos y luego los científicos y economistas defienden que el ser humano es egoísta por naturaleza ¿será cierta? Para saber si la naturaleza humana nos predispone a la violencia e individualidad o al altruismo y la cooperación planteémonos qué efectos fisiológicos tienen estas actitudes en el organismo. Asumiendo que el cuerpo estará más sano cuando sigue realmente su naturaleza, la respuesta está clara. Ampliamente conocidos son los efectos nocivos del estrés sobre el sistema inmunológico, cardiovascular… vamos, que parece que la confrontación constante no nos sienta muy bien. Tampoco nos sienta muy bien el estado permanente de miedo crónico que favorece este irreflexivo individualismo. De hecho, una investigación del Dr. Larry Schewitz para encontrar factores de riesgo del infarto de miocardio, demostraba que la gente que más veces citaba las palabras “yo”, “mío” y “mí” (más egocéntricos) en una entrevista tenían un riesgo mayor de sufrir un infarto. El aislamiento social tampoco le hace ningún bien a nuestra salud. Por otro lado, la risa, la amistad, la meditación… producen una mejoría pasmosa. Parece que la ciencia empieza a desmentir el mito del ser “egoísta y competidor por naturaleza”.
Para rematarlo, os dejamos con el Manifiesto de Sevilla sobre la Violencia, un documento firmado por una interminable lista de sociedades científicas donde remarcan que la violencia no es innata al ser humano y que es posible vivir en par. También os dejamos con un breve vídeo de redes llamado Naturaleza y altruismo, donde explican la postura científica sobre el altruismo y la naturaleza (no sólo humana) y el origen de las guerras (estén atentos que es interesante). Este vídeo está extraído de este programa de Redes.
Así que resulta que después de tanto tiempo ahora nos damos cuenta de que nuestra visión del ser humano sobre la que hemos basado todo un sistema económico global, es totalmente errónea. Esto ya se descubrió hace unas pocas décadas, pero por norma general, los conocimientos científicos nuevos tardan unos años (a veces décadas) en llegar a las universidades, algo más en llegar a las escuelas, y a veces más de un siglo en llegar a la sociedad. Lamentablemente no tenemos tanto tiempo hasta que lleguen (de hecho llevan llegando décadas) las nefastas consecuencias de un sistema económico que, ni tiene en cuenta la naturaleza humana, ni tiene en cuenta a la Naturaleza.
En conclusión, el capitalismo se basa en ideas preconcebidas que son erróneas. El decrecimiento, se basa en conocimientos científicos de áreas tan dispares como la ecología, la psicología humana, la economía de materiales, la economía ecológica, la agricultura… El hombre inventó la economía, no al revés. Es ahora el momento de elegir cómo queremos vivir.
La mejor respuesta crítica al darwinismo social y otras teorías favorables a la competencia como motor del crecimiento económico es LA AYUDA MUTUA, libro escrito por Pieter Kropotkin en 1902. Kropotkin era biólogo además de teórico del anarquismo y explicó perfectamente cómo la cooperación es muchísimo más importante que la competición en el proceso de evolución de las especies. Una pena que mientras las teorías competitivas del darwinismo social han tenido una enorme aceptación, el recomendable y esclarecedor libro de Kropotkin haya caído en el olvido.
Un saludo,
http://www.elsueldodediogenes.com
Qué buena referencia! Gracias! La controvertida Margulis también ha puesto énfasis en la simbiosis y la cooperación como motor evolutivo.
Esto demuestra que la ciencia no está libre de ingerencias políticas, ideológicas, económicas, religiosas… Pero con honestidad y sentido crítico, lograremos revertir eso.
Un saludo!!