Con la que está cayendo… nos ha parecido apropiado tomarnos un tiempo para parar, para pensar, erguirnos sobre la situación actual y tomar un poco de perspectiva. Como las aguas turbias en continua zozobra por recortes, reformas constitucionales, ataques de “los mercados”, rescates… no nos dejan ver algo, algo que muchos intuyen, otros tantos saben y algunos no se olÃan… Y cuando las aguas están turbias, se hace necesario un pararse, un replantearse, un otear al pasado y al presente… sólo asà las arenas se aposentan, lentamente, y es posible descubrir patrones, historias paralelas y soluciones creativas. Pero para eso, es necesario quitarse las gafas de “la superioridad europea” y tomar al resto como hermanas, con los mismos problemas y sentimientos que quien esto lee, con la misma capacidad para indignarse, enfrentarse a la violencia (tanto externa como interna), sufrir y ser feliz.
Y asà llegamos al caso de las gentes de Bolivia, sus recursos y sus polÃticos. Aunque en el documental La corporación ya se citó, quizás se ilustre de forma más humana en la pelÃcula También la lluvia. Lo llaman la Guerra del agua, y no es la única guerra que estas gentes han librado. Para un boliviano oir hablar de recortes sociales, privatizaciones, multinacionales, corrupción polÃtica e incremento del precio de cosas básicas no es algo nuevo, ya desde el colonialismo hasta nuestros dÃas se han llevado a cabo polÃticas similares. En el Sur de Europa se están aplicando estas mismas polÃticas que ya empobrecieron a América del Sur hace unas décadas. Por ello, el ejemplo que siguieron los habitantes de esos paÃses puede ser altamente aleccionador, incluso esperanzador, siendo conscientes de que no hay una solución exportable a todos, sino que las soluciones tienen que salir del bullicio y reflexión popular, de forma creativa y única para cada región del planeta.